Luis Martín y Alejandro Vallespín, emprendedores y miembros de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Zaragoza, contaron en el Ateneo su recorrido en el mundo de la empresa con proyectos innovadores y disruptivos
De la mano de dos emprendedores, Luis Martín y Alejandro Vallespín, el Ateneo de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) se acercó ayer al “Emprendimiento disruptivo”, a través de la experiencia de quienes están en primera línea de la empresa, jóvenes que un día dieron el paso de crear su futuro y que apuestan por soñar en grande para cambiar el mundo.
Plasmaron su trayectoria en 10 historias de ¿éxitos o fracasos? ¿de aprendizaje? Son las preguntas que lanzaron para que cada uno pudiera sacar sus conclusiones. Lo cierto es que mostraron cómo emprender en varios sectores sin experiencia es posible, si se tiene la energía suficiente, aunque reconocieron que es “una hazaña épica”.
La historia emprendedora de Luis y Alejandro comenzó por separado, sus vidas se cruzaron y, no siempre la primera impresión es la que cuenta. Ese fue su caso, lo que cada uno pensó del otro quedó para ellos y sería el punto de partida de su recorrido en la aventura del mundo empresarial.
Luis siempre había querido ser inventor y Alejandro soñaba con convertirse en el mejor jugador del Diablo2, después estudió para convertirse en director de cine, pero su futuro iba ligado al marketing digital con su marca “The Animal Brand”; Luis ganó un concurso de la NASA y se embarcó en “el sueño español de tener un restaurante”, según dijo, que comenzó con la “operación mono” de su pizzería The Moonkeys, que abría sus puertas un 7 de enero, coincidiendo con la llegada de la gran nevada Filomena. Ese 7 de enero Alejandro hacía su primera factura. Hoy, esa iniciativa en la hostelería se ha convertido en una empresa con cinco restaurantes y ha creado su Academia de Inventores, la primera en el mundo para niños y niñas de 3 a 18 años.
Ambos, forman parte de la junta directiva de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Zaragoza, desde donde ayudan a otros jóvenes a emprender desde la experiencia y de su recorrido. Alejandro explicó en la Sala de Grados de la EINA que “emprender es contar una historia para ganar credibilidad, es el conjunto de la visión y la misión, es cultura, es caerse y, también, transformarse y aprender a decir no a determinadas cosas”.
Su trabajo conjunto, volcado en la búsqueda de propuestas innovadoras continúa, están ya escribiendo una nueva página de su historia, un nuevo proyecto disruptivo, dedicado al mundo gaming, Unlockzar Esports, una apuesta por los videojuegos y para desbloquear a una ciudad como Zaragoza en este sector. Compiten con League of Legends y van a empezar con Valorant. Una propuesta de un joven emprendedor, Javier González, a la que se han sumado.
Al Ateneo de la EINA asistió también la presidenta de AJE Zaragoza, Silvia Plaza Tejero, quien destacó el “ecosistema emprendedor que se está generando en Zaragoza”, no exento de dificultades, donde sigue existiendo una “discordancia” entre emprendedores y quienes pueden financiar proyectos, “los objetivos no son coincidentes”, algo que achacó a la falta de una estrategia común de impulso al emprendimiento tanto desde el sector público como desde el sector privado. Desde AJE apuestan por que todo el mundo que quiera emprender “tenga una oportunidad” y recordó que la supervivencia de empresas en Aragón es de siete años mientras la media española se sitúa en tres años.
En esta travesía, la Asociación de Jóvenes Empresarios se convierte en apoyo, los jóvenes impulsan la innovación y la disrupción, desafiando las convenciones establecidas. Luis Martín y Alejandro Vallespín son ejemplo de todo ello. Participan en acciones como el programa de MentorizAJE o el Talent Show que están arrancando para emprendedores.
La sesión del Ateneo estuvo moderada por Jorge Rosell, subdirector de Relaciones con la Empresa en la EINA y director del Título de Experto Universitario en Gestión del I+D+i en la Empresa, junto al director de la EINA, José Antonio Yagüe, y el director de la Cátedra SAMCA de Desarrollo Tecnológico y del I3A, Pablo Laguna.
Fotografías: Alfredo Soria (EINA)